miércoles, 29 de julio de 2015

LA MAGIA DEL GRABADO

La magia del grabado tiene su origen en el sortilegio del espejo, en la imagen que nace invertida para volver -del revés- al mundo real, cambiando el orden y el sentido de las cosas. Continúa el hechizo con la representación de realidades a veces elementales y otras equívocas, de formas que juegan al despiste con la perspectiva y las dimensiones: la lengua de una mariposa aumentada en ojo de huracán, el hueco de un ladrillo transmutado en corazón,… Es la magia de las cosas pequeñas, de las cotidianas, de las que cuentan historias o mociones.
El misterio se extiende con tintas y texturas transferidas al papel, colores cedidos a la humedad del algodón, imágenes sustituidas por sus contrarias y transmitidas, entre aromas de  linaza y trementina, al espacio definido por las barbas imperfectas que generó el corte de la regla.
Llegados a este punto, el artista -profesional o novel- sabe que ha perdido el control, que cualquier cosa puede suceder bajo el brutal aplastamiento del tórculo. Para bien o para mal, la sorpresa está servida: una luz imprevista que aparece de repente, esa mancha insólita que dejó el rodillo, la forma que nadie imaginó primero,… Es la paradoja de lo extraño convertido en habitual, la extraordinaria magia de lo inesperado.
Se suceden las pruebas, variación tras variación, y en la mesa de trabajo se produce un insólito efecto estroboscópico. La imagen se mueve lentamente ante los ojos del observador, una sombra más, una trama más, una textura más, una tinta más,… hasta configurar la estampa decisiva.
Y sobre la estampa decisiva, el último prodigio: la reproducción de imágenes, todas iguales y, a la vez, todas diferentes, todas repetidas y, sin embargo, todas originales, en un ejercicio de multi-ejemplaridad que pone el arte al alcance de la mayoría.
Es la magia del grabado.

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